lunes, 12 de septiembre de 2011

Carta a mi Locura

Bajo una aurora boreal roja, azul, violeta, blanca, me tumbo en la fresca hierva del Prado de los Enamorados y cuento las estrellas mientras te espero.
Pasan las horas tan suaves como la brisa que me acaricia, y yo sonrío ante tu tardanza. Ya de noche un dulce cuco me despierta y me inquieto al no verte. Bueno, no has venido. ¡Mañana te veré!

Sentado en el banco
verde que se cobija bajo el roble en el Paseo de los Felices, sonrío alegre al pasar amores y con mil pálpitos de corazón me emociono al ver una dulce figura lejana venir hacia mí. Poco a poco la distingo y no es tu sonrisa.
Llega la tarde entre extintas palpitaciones y el eco de tu nombre. No has venido. Mañana te veré.

Paseando taciturno por la vieja Calle de la Esperanza; cuando la tarde recoge a los hombres, oigo abrirse y cerrarse los portales de las vidas. En cada suspiro de descanso que me llega giro mi mirada y te busco ya preocupado. ¿Eres tú la que entra? ¿Acabas tú de salir? Alzo mi mirada hacia las luces buscando tu sombra; aplico mi oído a las palabras de las cenas.
Así llega la noche y cuando sólo hay silencio y algo de soledad, me doy cuenta... No has venido. Mañana...

Sentado apoyado en un sauce, allí, en la Plaza de los Tristes, doy de comer a siete palomas. Con la cabeza agachada y los hombros caídos arrojo las pequeñas migajas de mi corazón. No soy consciente de quien pasa o quien sonríe, ni tan siquiera si las palomas comen mis migajas.

Cuando anochece me levanto con esfuerzo y arrastrando mis pies por la calle de las Mil Lágrimas, atajo por el callejón de los Locos para llegar pronto al Parque de los Desesperados. Allí, en el jardín de los Sueños Rotos, detrás de unos espinos sin flor, tengo preparada mi cama. Un montón de hojas son mi almohada, la tierra es mi colchón, como techo las estrellas, como manta mi dolor. Allí me tumbo como cada noche, y antes de cerrar los ojos, arranco un espino, me lo clavo y me digo:
<< Ya no vendrá. Despierta...>>

Luego mi desgracia me obliga a dormir pues la lágrima que empezaba a salir se congela por el frío y los ojos no puedo abrir hasta que lo quiera el sol.


 ¡Qué feliz soy esos días!
¡Qué agradable se ve la vida cuando a algo puedes esperar, cuando algo te puede hacer dudar, cuando algo te puede hacer llorar!

Sí, esos días del año en los que me abandona mi cordura y me llega el desquiciado enloquecer soy feliz.
¿Cómo? ¡Ah! ¿Cómo poder explicar que prefiero mil días de locura a una sola noche de recuerdo?
¿Cómo poder explicar que prefiero pensar que mi amor sigue viviendo, aunque sea sin mí, a temblando recordar aquella vez que nos dimos el primer beso, ese primer beso inocente de temblor, ingenuo de pasión?
¿Cómo poder explicar que prefiero pasear por el Parque de los Desesperados a recordar cómo reíamos y corríamos por la Plaza de los Dichosos cogidos de la mano y chapoteando en la fuente?

No, no puedo explicar por qué prefiero clavarme un espino cada noche y por qué provoco mi llorar para dormir obligado, antes que con los ojos absortos y fijos, mirar al cielo infinito y ver allí su infinita mirada, su ultima mirada; recordar cómo la sujetaba entre mis brazos mientras ella sin fuerzas intentaba acariciarme un dedo; cómo una gota de sangre roja mancho sus labios y yo pegué mis ojos a su boca para que mis lágrimas de corazón que muere retuvieran las lagrimas rojas del alma que abandona; cómo, en un último suplicio agotador de su vida y última agonía de mi corazón ella dijo <<Te quiero>> y yo la susurre <<Espérame>> Cómo sus ojos lucharon con las tinieblas y como cayeron derrotados perdiendo primero el brillo, luego el color y cómo la macabra muerte no quiso cerrarlos sino dejarlos así, vacíos, secos, muertos, ...mirándome. Cómo escuchó mi alma partida, rajada, rota, aplastada, oprimida... cómo escuchó su último suspiro. Ese suspiro lo llevo dentro todavía; no quise dejárselo al viento y lo besé. Besé su último suspiro...


...Cómo poder explicar tantas cosas cuando lo único que quiero explicar es que ella ya no volverá y yo aquí ya no quiero estar.


viernes, 19 de agosto de 2011

Palomas y Gorriones: Juicio VI. Hechos de la TARDE del 26 de Octubre

Palomas y Gorriones: Juicio VI. Hechos de la TARDE del 26 de Octubre: "Alguien tiene que desbrozar de hierbajos y sucias palomas la senda sin fin que lleva al valle de la muerte, y no temeré… Fiero y decidido mi paso avanza implacable. Pero a veces, alzando mis ojos al cielo te veo revoloteando y pienso y susurro y te pregunto... Gorrión, Gorrión... ¿Qué quieres de mí?

Y en silencio, por el parque olvidado, hacia el valle de la muerte, te sonrío y... te permito que sigas junto a mí, revoloteando a mi lado…" (Sigue Leyendo)

domingo, 14 de agosto de 2011

Palomas y Gorriones: 26 de Octubre. 18:24h. Terapia contra la Lejía...

Palomas y Gorriones: 26 de Octubre. 18:24h. Terapia contra la Lejía...: "Sí, me ha costado controlarme, por eso estoy aquí, en un banco, en mitad de la calle, escribiendo y desahogándome, porque si no lo hiciera…

Voy a confesar la tentación más fuerte de hoy, la que me ha dejado el día torcido.

Llevo un par de días dándole vueltas a mi siguiente trabajito. Me debato entre dos fórmulas, una de ellas es el veneno. Me gusta el veneno…" (Sigue Leyendo)

jueves, 4 de agosto de 2011

Palomas y Gorriones: Juicio V. Hechos de la Mañana del 26 de Octubre

Palomas y Gorriones: Juicio V. Hechos de la Mañana del 26 de Octubre: "No dormí bien. Me desvelé a las 6 de la mañana y no pude conciliar de nuevo el sueño, así que me levanté, me preparé un café y traté de ordenar las ideas. Teníamos poco, por no decir nada. El video del asesino era lo más cerca que estábamos de él y en las grabaciones… Nada. Lo único que podíamos sacar era su complexión de manera genérica: No debía sobrepasar el metro setenta, era delgado o atlético, sus ropas poco ajustadas no nos permitían concretar. Si nos fiábamos del video y obviábamos la posibilidad de un disfraz más completo, podíamos decir que era de cabellos oscuros. Lo único que vimos de su rostro, el mentón, era algo afilado, seguramente sus facciones eran muy marcadas. Sus movimientos eran siempre lentos, suaves, incluso algo amanerados. A partir de ahí… nada más. Sólo podríamos extrapolar. Tomé unas notas para compartirlas luego con Rot." (Sigue Leyendo)

viernes, 29 de julio de 2011

Palomas y Gorriones: Juicio IV. Narración de los hechos de la TARDE del 25 de Octubre

Palomas y Gorriones: Juicio IV. Narración de los hechos de la TARDE del...: "Dicen que la trena debe rehabilitarnos… ya me gustaría ver a algún juez en una cárcel de esas, donde nos meten a nosotros. De ahí no se sale nunca, ¿de esa cárcel? Nunca. Puedes abandonar la celda, el patio, cruzar los muros… pero una cuerda invisible te ata para siempre. Debes favores, te los deben a ti, si consumías antes, dentro te metes lo que sea y después sales y… sigues metiéndote lo que sea o, más bien, lo que puedas. Si no te metes nada… allí empiezas, eso seguro. " (Sigue Leyendo)

viernes, 22 de julio de 2011

Palomas y Gorriones: Juicio III. Narración de los Hechos de la MAÑANA del 25 de Octubre

Palomas y Gorriones: Juicio III. Narración de los Hechos de la MAÑANA d...: "...Mejor que no esté Rot, no me gustaría que se liara demasiado vuestro caso… Bien, acaba de llegarnos otro posible homicidio… - El Jefe me miró esperando alguna reacción mía, pero yo no mostré ninguna. – Ha sido hace menos de una hora y aunque está algo alejado de vuestro escenario… no sé por qué me da por contártelo – parecía que se arrepentía. – En definitiva, una ricachona asesinada en mitad del pasillo de un hotel, a la vista de todos. El arma aún se desconoce y la causa de la muerte igual. El Doctor Lee está allí y ha sido él quien ha sugerido que os informe...." (Sigue Leyendo)

miércoles, 13 de julio de 2011

Palomas y Gorriones: 26 de Octubre. 2.00h a.m. Un Gorrión Revoloteando

Palomas y Gorriones: 26 de Octubre. 2.00h a.m. Un Gorrión Revoloteando: "Un gorrión anda revoloteando por mi cabeza esta noche. No me deja dormir. Una y otra vez, su mirada triste, sus pequeñas alas, su andar torpón…
Como siempre me he ido a la cama de madrugada. Creía que ya había escrito todo lo que tenía que escribir, pero al apagar la luz…
Gorrión, Gorrión… Triste y delgado gorrión, ¿qué quieres de mi?" (Sigue Leyendo)